Ladislao es un peruano de 62 años, nacido en Ayacucho con dos hijos, digno representante de los valores y principios de la gente de este País, un ejemplo a seguir.

Son las 3:30 am y Ladislao sale de su casa en su camioneta Fiat rumbo al mercado central de Lima, allí busca y selecciona las mejores frutas del País, carga su camioneta con mas de 100 Kg para dirigirse al encuentro con sus afortunados comensales. El reloj marca las 5:30 am. y ha llegado al barrio, estaciona rápidamente y comienza la descarga, finalizado el proceso inicia el ritual mas importante de su éxito diario, “armar su templo”.

Son las 6:00 am e inicia el segundo filtro de selección, minuciosamente eligen lo mejor de su stock, aguaymanto, arándanos y fresas requieren ojo clínico y dedicación, a medida que avanza el proceso aparece en escena un lugar único, colorido y armonioso que alumbra con su limpieza la esquina entre Grau y José Galvez.

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Empieza la jornada y cada persona que pasa por el templo se deleita. Ladislao saluda a todos con cariño y empatía, intercambia ideas, disfruta su trabajo. Son 35 años forjando su historia de éxito en este barrio, durante la pandemia en vez de amilanarse incrementó su entrega de valor a sus clientes, algunos se preguntarán ¿cómo lo hizo?, es algo que yo llamo “la magia”.

Es un día atípico, hace 50 años no llovía en Lima de esa forma, desde mi ventana veo a Ladislao refugiado leyendo el periódico, luego de unos minutos pasa la tormenta y salgo de casa, cruzo la calle y le pregunto: ¿Cómo estás?, inmediato me responde “bastante preocupado”. Lo noto reflexivo, le comento acerca de la lluvia y se ríe, “ojalá se lleve lo malo”.

Me ofrece una mandarina y continuamos conversando, toma aire y exclama “seño amo lo que hago y el esfuerzo que ello representa, desde mi chacra doy lo mejor cada día por mi familia y mi país, no creo en el comunismo, yo hacía piezas en una fábrica y perdí mi trabajo durante la dictadura de Velazco Alvarado". Se infla el pecho y continua, "hace 40 años gracias a un amigo me reinventé, estoy orgulloso con este trabajo he sacado a mi familia adelante”. Reflexioné y conté parte de mi historia en el comunismo venezolano, en realidad fueron 5 minutos que se convirtieron en un baño de realidad para ambos, en ese momento llegó un cliente y continúe.

Son las 8 am, vengo de regreso a casa y Ladislao me espera con una bolsa, me dice "aquí tiene unas fresas para su esposa y al instante me pregunta; ¿usted vota?": suelto una carcajada y le digo, es conforme. Nuevamente, continúa y me dice "tenemos que luchar por la democracia, en el Perú hemos sufrido mucho, no podemos dejar que el País lo tomen los comunistas”. Lo tome del hombro y respondí "Ladislao tranquilo, tu casa está construida sobre la base de valores y esfuerzo, eso es indestructible”.

Pasaron un par de días e intercambiando ideas con un amigo, utilice como ejemplo el dominio de Ladislao sobre cada punto de su cadena de valor, obviamente su éxito no es casual, desde su posición ejerce un liderazgo con disciplina, responsabilidad, honestidad, empatía, humildad, compromiso y pare de contar, quizás sin saberlo alegra el día de muchos y en mi caso me ayuda a recordar los valores que deben acompañar a cada líder en su camino de aprendizaje.

Los invito a comentar este artículo y nos vemos en la próxima publicación. @Giancarlos Marval Lima, mayo 2021.